miércoles, 5 de abril de 2017

Nunca, nadie, siempre, jamás...

Serie - Aspirando a tocar el cielo 2 -


Nunca, nadie, siempre, jamás... con estas palabras iniciamos muchos pensamientos, a veces también los decimos en voz alta, no una sola vez (eso es normal) sino en bastantes ocasiones, convirtiéndose esto en un mal hábito. Incluso podemos llegar a transmitirlos a otros envenenando su propio pensamiento. Puede que aprendimos a pensar así desde niños o nos hemos acostumbrado a golpe de experiencias, pero todo mal hábito puede cambiarse por otro mejor... a pesar de que pensemos que ¡nunca podremos hacerlo!

Nunca lograré prosperar, nadie me querrá de verdad, siempre me salen las cosas mal, jamás dejaré de fumar...

Se trata de una distorsión en nuestro pensamiento muy conocida por los psicólogos: la sobregeneralización. A partir de un hecho particular que juzgamos como bueno o malo aplicamos a todo lo que se le parezca la misma premisa sin justificación. Es como si un niño leyera un cuento que no le gusta nada y concluye que todos los libros son un rollo y que no le gusta leer.

Hay que estar muy atentos a estos intentos de autosabotaje que no nos dejan ver con claridad el camino. Si te ha ido mal con una, dos o tres parejas, eso no significa que con la cuarta tenga que irte mal. Si las cosas no te han ido como querrías en el trabajo, eso no quiere decir que en un futuro sí que lo hagan. La clave no está en lamentarse de nuestra mala estrella constantemente sino en analizar qué se puede cambiar ahora para que todo cambie en consecuencia. Una, dos o tres frustraciones puntuales no deben nublar nuestra visión de las oportunidades que andan por ahí esperando a ser cazadas.... ¿O pensáis ir con las gafas empañadas toda la vida?



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